El Amaranto: la alegría de consumir un pseudocereal milenario y nutritivo

El amaranto es un cultivo con profundas raíces en las civilizaciones mesoamericanas. Desde tiempos prehispánicos, pueblos como los aztecas cultivaban semillas de Amaranthus, aprovechando su versatilidad y valor alimenticio. En la época colonial su uso decayó, pero su tradición resurgió en muchas regiones de México, donde hoy en día sigue siendo cultivado.

Este carácter ancestral se ve reflejado también en las formas tradicionales de cultivo, como el trasplante en chinampas en Tulyehualco, o la siembra directa en regiones de Morelos, técnicas que combinan saberes indígenas con prácticas modernas.

El amaranto no es sólo histórico,  también es altamente benéfico para la salud. Se ha identificado que tiene efectos antiinflamatorios y antioxidantes, gracias a compuestos bioactivos presentes en sus semillas y subproductos.
Además, por su perfil de aminoácidos (como lisina, metionina, fenilalanina y treonina), puede contribuir a mejorar la calidad de la proteína en dietas basadas en plantas.
También es una alternativa importante para personas con intolerancia al gluten, ya que al ser un pseudocereal, su composición no incluye gluten, lo que lo hace apto para quienes padecen enfermedad celíaca. Otros ejemplos de pseudocereales son la semilla de chía y la quinoa.

Un dato sorprendente y moderno, los astronautas consumen amaranto en el espacio. Esto se debe a que es ligero, fácil de digerir y muy nutritivo, cualidades ideales para misiones donde cada gramo importa.

Por último, otro gran beneficio proviene de su contenido en escualeno, un compuesto con propiedades antioxidantes, que puede ayudar a neutralizar radicales libres.

Nota: El escualeno es un aceite saturado que produce la piel de forma natural. Es utilizado en la industria cosmética en cremas y aceites para la piel para hidratar la piel. Conforme envejeces tu cuerpo genera menos escualeno lo cuál se refleja en una piel más seca.

Desde el punto de vista nutricional, el amaranto destaca:

Ese escualeno no sólo da valor nutricional sino también potencial terapéutico, ya que participa en mecanismos antioxidantes e incluso puede afectar el metabolismo de lípidos.

En el territorio mexicano, el cultivo del amaranto tiene importancia histórica y actual. Se cultivan al menos once especies de Amaranthus, entre ellas Amaranthus hypochondriacus y A. cruentus, originarias del país.
Los estados con mayor producción incluyen Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Morelos, CDMX, San Luis Potosí y Oaxaca.

Uno de los productos más tradicionales es la “alegría”: un dulce hecho con semillas de amaranto tostado y miel o azúcar.
Además, hay líneas de investigación mexicanas que buscan aprovechar más su potencial: por ejemplo, para producir barras energéticas de alto valor nutrimental usando amaranto, o para extraer su aceite rico en escualeno. Una alternativa natural y saludable como refrigerio o “snack” con un alto valor nutricional.

El cultivo también tiene papel en la seguridad alimentaria: algunos estudios plantean que aumentar la producción de amaranto podría ayudar a combatir la desnutrición y ofrecer una alternativa nutritiva y accesible.

En resumen, el amaranto es mucho más que un grano antiguo: es un pseudocereal con cualidades nutricionales y funcionales excepcionales. Gracias a su alto contenido de proteína, su perfil de aminoácidos, su fibra, minerales y vitaminas, es un alimento fuerte para fortalecer dietas modernas y tradicionales. Además, destaca su contenido de escualeno, un compuesto con potente acción antioxidante.

Su presencia en la dieta de los astronautas en el espacio respalda su valor, ya que lo consumen por ser ligero, nutritivo y fácil de digerir. En México, su relevancia cultural y su potencial productivo ofrecen una oportunidad para impulsar la agricultura local, mejorar la seguridad alimentaria y crear productos innovadores.

El amaranto, entonces, se perfila no sólo como un puente entre el pasado prehispánico y el presente, sino también como un aliado para un presente más saludable y sostenible.

Si tienes antojo de un “snack” o refrigerio puedes comprar en tu mercado más cercano una barra de amaranto con miel y pasitas.

Siempre puedes aprovechar tu visita para darte un gusto y comer una quesadilla, unos tacos, sopes, huaraches o comprar fruta y verduras frescas de excelente calidad.

También puedes planear tu mandado y comprar amaranto a granel o en bolsa para integrarlo a tu estilo de vida saludable. Lo puedes usar como “topping” con el yogurt, kéfir, queso cotagge, nueces y frutas.